Estoy casi seguro de que no será la última frase del loco de Woody. Sentencias rebosantes de sentidos a granel que estimulan cada rincón del gusto por el ejercicio mental. Talento, suerte. Importancia, valor. Una frase aplicable a la vida en general y a la publicidad en particular.
Es obvia la polémica inicial que puede suscitar la aparente afirmación de que el talento es sólo fruto del sorteo genético. Muchos podrán decir que el talento se labra día a día con trabajo pero Allen, como genio de la palabra, precisamente aboga por ese mismo concepto. El talento es algo innato, un don. Una semilla que sólo necesita un poco de agua para brotar y un riego regular para llegar a ser una frondosa planta. Ahí es donde entra en juego el valor, el trabajo. Todos tenemos un don. Algo para lo que estamos diseñados de forma innata. Paradójicamente, no siempre nos atrevemos a explotar esa facilidad intrínseca en nosotros. Unos por temor al fracaso otros por el esfuerzo que conlleva. Está claro que si no quieres problemas, lo mejor es no mojarse pero no olvidemos que el que no se moja, es seguro que no conocerá la otra orilla del rio. El valor y el trabajo es sin duda el mejor equipaje hacia el éxito en todos los aspectos.
El talento es una cualidad muy atribuida a gente de publicidad. Personas creativas. Ideas únicas. Semidioses en tierra capaces de crear donde no había nada o fusionar lo incombinable. Pero la realidad destapa que son muchos los que sin tanta virtud de serie, y sí bastante valor, abandonaron en la cuneta a aquellos que se encomendaron por entero a la perdurabilidad de su talento.
Es obvia la polémica inicial que puede suscitar la aparente afirmación de que el talento es sólo fruto del sorteo genético. Muchos podrán decir que el talento se labra día a día con trabajo pero Allen, como genio de la palabra, precisamente aboga por ese mismo concepto. El talento es algo innato, un don. Una semilla que sólo necesita un poco de agua para brotar y un riego regular para llegar a ser una frondosa planta. Ahí es donde entra en juego el valor, el trabajo. Todos tenemos un don. Algo para lo que estamos diseñados de forma innata. Paradójicamente, no siempre nos atrevemos a explotar esa facilidad intrínseca en nosotros. Unos por temor al fracaso otros por el esfuerzo que conlleva. Está claro que si no quieres problemas, lo mejor es no mojarse pero no olvidemos que el que no se moja, es seguro que no conocerá la otra orilla del rio. El valor y el trabajo es sin duda el mejor equipaje hacia el éxito en todos los aspectos.
El talento es una cualidad muy atribuida a gente de publicidad. Personas creativas. Ideas únicas. Semidioses en tierra capaces de crear donde no había nada o fusionar lo incombinable. Pero la realidad destapa que son muchos los que sin tanta virtud de serie, y sí bastante valor, abandonaron en la cuneta a aquellos que se encomendaron por entero a la perdurabilidad de su talento.
Buen post y gran verdad, aunque a mí no me beneficie mucho en estos momentos.
El maestro Woody podría llenar gran parte de tu sección con sus anaforismos.
Gracias.